Entonces dijo Dios: "Reúnanse las aguas que están debajo del cielo en un solo lugar, de modo que aparezca la parte seca." Y fue así. Llamó Dios a la parte seca Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares; vio Dios que todo esto era bueno.
Y realmente fue bueno, “lo fue”, pues nos estamos quedando sin tierra, sin aire puro, sin capa de ozono, sin agua para beber, y entonces, ¿dónde quedó lo bueno?

Actualmente vivimos en un mundo, donde el significado de cuidar, preservar, y mantener, no forman parte importante del día a día, y, sin embargo, nos quejamos de los cambios que están aconteciendo en nuestro planeta.

El uso inadecuado de nuestros recursos, su mala explotación, y mala administración generan gran cantidad de problemas, que no solo afectan al planeta, sino que también afectan a la humanidad, es simple de descifrar lo que sucede, el problema siempre está en ¿qué hacer para cambiarlo? Es una pregunta que muchos plantean, pero pocos toman decisiones apropiadas sobre esta.

El problema, lamentablemente, no solo se encuentra en los recursos, sino en el mal empleo que les damos, y si no es del todo el mal empleo, es el descuido, y el “ahorro”, palabra que posee gran significado alrededor de la historia, ya que por naturaleza, los humanos siempre buscamos lo que más nos conviene. Por ejemplo, en el caso de la compra de automóviles, la mayoría de veces es el factor económico el más influyente. Esto nos ha impulsado a generar motores que por “economía” no funcionan como deberían, y hacen que la combustión del petróleo expida gases contaminantes, que degradan más el planeta, y nuestra calidad de vida.

Es por este motivo que nace la necesidad de nuevas soluciones a nuestros problemas, surgen los combustibles alternativos como el biodiesel, que no contamina pero que también ocasiona daños, surge el hidrógeno, el cual tampoco contamina, y además, es abundante en el planeta. El decidir ahora está en nuestras manos, qué es lo que queremos para nosotros y las futuras generaciones.